Debuté, ajá, muy bien... Y allí lo dejé...
¿A cuantas personas nos ocurrirá lo mismo?
Entramos, creamos un blog para decir todo lo que siempre hemos querido decir y ya. Pero que pasa: pues que de repente, así como así, ya no nos salen las palabras... de repente ya parece que no tenemos nada que decir.
Y otro día (igual de repentino que aquel en el que nos decidimos a hacerlo), nos entra esa necesidad imperiosa de la expresión. Si, si, esa, esa que hace que dejemos por fin lo que estamos haciendo y, sin mas demora, ponemos las manos en el teclado y empezamos a escribir como si estuviésemos poseídos por alguna ninfa ocasional.
Ese es exactamente mi caso y creo –por lo que alcanzo a ver en blogs con una sola entrada- que es compartido por los muchos, miles, millones, de internautas y “blogeros” que trabajan, y/o tienen hijos, esposas, esposos, aficiones, familia, y el largo etcétera que viene seguido.
Porque claro, la excusa es siempre la salida más fácil y rápida. Y así, con nuestro tono de voz más apesadumbrado, excusándonos con nosotros mismos (porque a nadie le importa o deja de vivir, comer, dormir o trabajar si no escribimos, pero nos hace felices pensar que alguien lee y sobre todo lo “aprecia” y/o “comprende”) nos decimos: “lo que pasa, es que no tengo tiempo”
Uy, ¡que terrible! Vaya excusa más trillada, fea y sin gracia.
Como sabemos que no es verdad y que es solo eso: una burda excusa, Con el mismo ímpetu de Aquel Primer Día, nos salen de nuevo las palabras... un huracán de ellas nos inunda y arrolla y así como así, sin pensarlo más, decidimos darle salida.
¿Que hacemos?. Pues eso; ESCRIBIMOS.
Nos expresamos y volvemos a ser nosotros de nuevo. Encontramos la paz y la relajación que sólo pueden proveernos nuestras palabras entrelazadas y colocadas de forma que por si solas, logran mostrar y dejar al descubierto un pedacito de nuestra mente, corazón, alma y espíritu; dejándonos totalmente sosegados, embriagados de seguridad y con todo el ánimo para afrontar el próximo capitulo de nuestra vida.
Pero he aquí la reflexión que me motiva a escribir estas líneas:
¿Que pasa cuando no consigues ese ánimo, esa paz, esa tranquilidad a pesar de escribir y de expresarte?,
Habrá que buscar entonces cuál es la razón.
Vuelves a pensar, reflexionas y dices: ¡Pero si soy feliz!, ¡si lo tengo todo!. O ¡Tengo todo lo que quiero!
¿Entonces que es lo que ocurre?. ¿Porque continúas con la sensación de que hay algo más? ¿De que algo que falta?... lo sabes... lo intuyes... y viene el primer pensamiento: ....algo.... algo no está completo.
¿Que podrá ser?....
¿Lograré saberlo alguna vez?
Por lo pronto, son muchas preguntas y pocas respuestas... así que hasta que no logre ver en mi interior con la claridad suficiente, hasta que no consiga lo que busco, seguiré escribiendo...
Seguiré expresándome y sobre todo compartiendo, leyendo y admirando a todos los buenísimos “blogeros” que hay en la red y cuyas experiencias, vivencias y comentarios son una eterna fuente de inspiración.
¿Por qué? Porque El Mar no Cesa.
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