Septiembre, 1989.
Son las 4 de la tarde.
Una niña de 12 años y dos adolescentes de 16,
caminan por la avenida de un pueblucho perdido en la frontera entre dos países.
Uno petrolero, pero siempre “pobre” y otro con una guerra que parece no tener
fin…
Es una vida más simple en algunas cosas. No
hay internet. Ni Smartphones. Pero justamente eso, hace que esa misma vida sea más
complicada en otras cosas. Especialmente para la-más-importante-de todas-las-cosas-del-mundo-mundial
es un problema.
Si. Para la música es un problema muy, muy
serio.
Todavía no se ha masificado MTV, VH1 ni el cable.
No hay como enterarse bien de las novedades. ¡Todo es tan lento!... Depende del
boca a boca… De alguien que viaja (¡¡¡al norte!!!)… De algún locutor o productor
de radio espabilado… De algún importador de revistas con visión de futuro…
Pero el poder de la música todo lo puede.
Por eso, aun con todo en contra, nos
enteramos. Siempre lo sabíamos. Muchos meses mas tarde, si, pero daba igual. Por fin
llegaba. A ese pueblo. A esa parte perdida y olvidada del planeta, como tantas otras.
Esa parte que está a miles de millones de kilómetros de donde ellos
vivían, respiraban y componían.
Por eso volvemos con ellas. Caminamos
sintiendo el calor a través de la ropa negra. Vemos sin ver a los perros
callejeros. Caminamos sin entender los “piropos” que les lanzan. Seguimos
adelante sin prestar atención a los comentarios malintencionados que recibe
todo grupo de chicas solas que osen caminar por la calle con seguridad… Sentimos lo que sienten. Sabemos que a
ellas, nada de eso les importa. Van decididas. Brillantes de juventud, ganas y energía
a la única tienda de discos de todo el Estado.
No les importa que los ventiladores del techo
escupan aire más caliente que el de fuera, ni la mala decoración. Para ellas,
ese lugar es el santuario. El lugar mágico donde están ellos. Donde está todo.
Allí, en medio de una vida monótona,
polvorienta y dura, consiguen por fin tocar, palpar y sentir el plástico que
cubre la obra de arte más grande que conocerán. Con reverencia se inclinan para
contemplar un cuadrado de cartón que contiene un disco…
No saben que Ese disco, un
grupo y unas canciones lo cambiará todo.
Lo cambiará todo, porque hará que piensen en
otros temas de los que no saben nada… hará que piensen en aprender otros
idiomas que luego les salvarán la carrera profesional y la vida… Un disco, que
es, en resumen, la ventana a otras maneras de pensar y a otras posibilidades que
jamás se les hubiese ocurrido que existían.
Ese disco, es un vistazo a miles de ciudades,
a diferentes personas y tipos de vidas que no se hubiesen imaginado nunca, si
ese círculo de vinilo no hubiese estado allí, ese día de septiembre…
Porque así como la música lo es todo, así también es como…
El
Mar No Cesa.
En el
30 aniversario del disco que me abrió las puertas de la vida adulta.
El
disco que me hizo estudiar inglés y que me hizo ver que había mucho mundo y que
yo tenía otras opciones.
Ahh y que me hizo amar a Duff McKagan para toda la vida jajaja.