22.8.11

CONFESIÓN

Tengo muchos defectos. Muchos. Pero nunca había sido una persona envidiosa. Es más, me era un sentimiento bastante desconocido hasta no hace tanto.

No solo no pensaba en ello, si no que hasta pensaba que muchas veces, la gente que tenía envidia de otra(s), era porque no hacia lo suficiente o lo que debía en la vida, así que (casi) se merecía la situación en la que estaba.

Duro, si. Era una postura casi radical.
Es decir, si alguien me venía a decir, que odiaba a “A” porque “A” tenía X cosa que él/ella no tenía, le miraba con cara de “¿Qué me estás contando?” Y le replicaba algo así como “Oye, y ¿por qué no aprovechas que quieres esa X cosa y trabajas y haces lo que tienes que hacer para conseguirlo?”.

Si, que maja era. En plan de maestrita de autoayuda. Gurú cutre de canalizar lo malo y convertirlo en bueno. Sip, esa era yo.

Pero llegó un día y pasó algo. Y luego pasó un año, y luego dos, y luego un tercero, y ahora vamos para un cuarto año, donde no he podido bajo ningún concepto hacer esa X cosa que deseo, como no he deseado nada jamás. Algo, que para muchos no tiene sentido hacer y que en la mayoría de los casos, no suele gustar.

Eso que deseo, era simple en otro momento, y en otro lugar. Pero no me ha sido posible hacerlo realmente y empieza a volverme loca.

Ese algo, tan simple, es TRABAJAR.

Para alguien que se ha pasado más de la mitad de su vida siendo alguien “productivo” jugar a la casita, a ser ama de casa, no es nada divertido. Ni bonito, ni romántico.

Así que como las cosas hay que drenarlas, digo (I´VE GOT ANOTHER CONFESSION TO MAKE): TENGO ENVIDIA.

Si, de la mala. De esa que hace que odies. Que te pases las muchas noches que no puedes dormir, pensando en cosas feas para todo aquel que tiene lo que no tienes tú.

Si en la TV salen millonarios, tengo que apagarla. Si lo veo en un periodico, lo cierro. He llegado al limite de mi intolerancia con el despilfarro de los que tienen demasiado. Estoy demasiado harta de la injusticia del mundo. No lo soporto más. No quiero ver un solo yate, ni hoteles de lujo, ni casas espectaculares mientras la otra mitad se muere de hambre, y mientras unos pocos estamos como anestesiados mirando.

Y estoy asustada… Muy asustada.

Porque nunca fui una resentida. Y me preocupa lo aparentemente rápido que un ser humano puede sacar un lado tan oscuro, tan denso y desagradable, que ni sabía que tenía, solo por algo así.

Claro, trato de pensar. Se supone que soy un ser racional. Y estoy tratando de llevarlo con calma. Me recrimino cuando caigo en eso, detengo la rabia, y lo más importante: sigo intentando conseguir eso que deseo.

Pero con 5 millones de personas por delante (solo en Españá, si saco el desempleo mundial me lanzo por la ventana), lo único que veo es un camino demasiado incierto, más tiempo de espera y por tanto, más oscuridad.

Entonces, si para distraerme pienso en qué más puedo hacer, voy poniéndome más histérica aún, por varias razones: la peor, es que ya se me están olvidando todas y cada una de las razones por las que me fui y como que voy poco a poco idealizando el trópico.

Se me olvidan un montón de cosas que siguen siendo importantes, y que no han cambiado. Si acaso, han empeorado.

Se me olvida, que para irme, necesito dinero, porque (maldito sistema) no hay país a donde llegar con una mano delante y otra atrás, y menos, con hijos.

Se me empieza a difuminar la idea de que debo aprender otro idioma, y que requiere muchísimo esfuerzo y tiempo hacer eso.

Y todo esto me puede hacer tomar una decisión apresurada, de esas que nunca salen bien.

¿Pero sabéis que es realmente lo peor? Lo peor de todo, es que siento que esta situación me ha quitado "the besto of me". La mejor cualidad que tenía (o creía tener): Me ha quitado la felicidad que me daba alegrarme por las demás personas.

Bueno, casi se podría decir que lo bueno que ha tenido es que me ha hecho descubrir que no me gusta ser una envidiosa.

Por lo pronto, seguiré haciendo lo que he estado haciendo (intentarlo, seguir adelante y esperar), ya que no se me ocurre nada mejor. Solo espero no seguir consiguiendo lo que he estado consiguiendo...

Y así, mientras pasa la vida y el tiempo, me apoyo en los buenos amigos Foo Fighters para descargar y gritar con todas las ganas, y hacerme preguntas tan interesantes como:

¿Naci para resistir o para que abusen de mi?




Porque así como a veces, nada está en nuestro control o poder, y terminamos por darnos cuenta de que solo somos unos vulgares instrumentos del karma, asi también es como…

El Mar No Cesa.

10.8.11

ANTOLOGÍA DE PERDICIÓN (III)

¿Si tu cambiases de cuerpo pero no de esencia?

¿Te querría igual?

¿Y si cambiase yo?

¿Seguirías sintiendo lo mismo cuando me besaras?

Si, tú y yo, ya no fuésemos exactamente tú y yo, pero aún así, en esencia, lo fuésemos, y nos reconociésemos, y pudiésemos sentir lo mismo, y ese amor, hubiese trascendido lo físico y sus limitantes. ¿Seguiría siendo el mismo amor?

Quiero y deseo creer que el amor, siempre vence: a la situación, a las adversidades y al espacio y el tiempo…

Vence y Trasciende, porque no tiene fin. Porque no importa lo que pase, Él, es lo que dejamos. Lo que queda.

Él, es inmortal…



Porque así como cuando amamos, entregamos una parte de nosotros mismos, siempre, así también es como…

El Mar No Cesa.

4.8.11

¿MALAS INTENCIONES?

Recuerdo haber salido con gente y tener amigos que a mi familia le parecían “malas juntas” o “malas compañías”.

Pero no recuerdo que ellos me hayan hecho hacer cosas “incorrectas”.

Por ejemplo, aprendí a fumar en una borrachera: una amiga me dijo “sostenme esto” mientras se amarraba los cordones de los zapatos. Pero fui yo, y solo yo, quien le dio esa calada… que sí, me supo a gloria y que luego costó dios y su ayuda para quitarme el vicio.

Pero el hecho es, que nadie me obligó.

Igual fue la primera vez que probé las drogas. Decidí hacerlo cuando estudiaba para “terapeuta”. Basándome en que si yo no sabía lo que se sentía, no podría comprender como tratar adicciones y problemas relacionados.

Nadie me obligó, es más, casi tuve que obligar a otros a dármelo porque nadie quería “suministrarme” todas las barbaridades que quería probar…. No me faltó prácticamente ninguna.

Pero no me enganché. Ni a una. Solo quería saber cómo era, que se sentía y así fue.De nuevo, fue mi elección, tanto una cosa como la otra.

Es triste, pero la primera vez que tuve sexo, también fue por probar, por saber que era. No, no fue la mejor experiencia, ni la mejor manera, pero de nuevo, fue únicamente cuando yo lo decidí. Nadie, absolutamente nadie más tuvo que ver con esa decisión. Si acaso, el afortunado que estaba por allí… jajaja… ni idea de que será de su vida... En fin.

La pregunta de hoy es ¿Creen ustedes (o les ha ocurrido) que alguien -siendo mala compañía- les hiciera hacer algo que no querían y/o no debían?

¿O es que, simplemente, querían hacerlo (en el fondo), y solo necesitaban un empujoncito, como yo con mis búsquedas y tonterías?

Me llama mucho la atención esto, sobre todo cuando escucho a la gente por allí diciendo que es el otro (esa mala persona externa) quien hizo que fulanito o menganito se convirtiera o hiciera equis cosa indebida…

¿Lo creen ustedes?

Bueno, mientras lo piensan, hoy he decidido que voy a poner al maestro, coño, que si bien es verdad que en este blog hay más música, ya todos saben de mi debilidad por San Kike. Además, con ese título, y este temazo, pues era lo lógico.



Porque así como las más de las veces nos escudamos en “otros” para escondernos de nuestras propias debilidades, así también es como….

El Mar No Cesa.