LABERINTO
¿Cuántas veces nos habremos cruzado con
personas, que ni sabemos lo importante que resultarán ser a posteriori para
nuestras vidas?. Digo, por allí, simplemente mientras andamos por un parque. O
cuando vamos al trabajo…
La vida, parece un laberinto. Nunca sabes en
cual esquina doblarás por donde no debías (o si debías), ni lo que conseguirás
en cada vuelta.
Me da por preguntarme, ¿Cuántas veces nos
habremos visto y no visto? ¿Mil veces? ¿O solo una? ¿O cuatro? ¿O dos?
A muchas de esas personas, luego las
recordamos cuando las reencontramos, y re-comenzamos con el típico: “ey, si, te
he visto alguna vez en el bar de…” o “es verdad, nos veíamos cuando íbamos en
el metro”….
Pero…. ¿Y si esa persona, fue siempre un/a
amig@? Y caminó a tu lado. Mucho tiempo.
¿Y si, resulta que siempre estuvo allí, al
alcance de la mano, pero el corazón no le vio en ese momento?
No fue maldad. Ni desamor. Si no que,
simplemente estábamos recorriendo otros caminos, que, por necesarios para otras
cosas, nos privaron de eso que debió ser y no fue… (¿o es que no debió ser, y,
por eso, no fue?).
Como me gusta amargarme la vida. Lo que ya no
fue, no fue. Punto. A ver si dejo de pensar en chorradas y tonterías, y más
bien, recuerdo lo Bueno que eras. Lo fuerte. Lo amable. Lo dulce. Lo grande y
guapo que me parecías. Lo buen amigo. Lo galante y coqueto. Mejor me acuerdo de
Los viajes a Margarita. Las dos mil fiestas. Las borracheras. Lo centrado que
eras, para ser tan jóvenes. Lo responsable. Lo solidario que siempre fuiste
conmigo. Recuerdo las miles de conversaciones de “amigos”...
Y así obvio, también recuerdo todas las veces
que lo intentaste y te dije que no.
Pero estoy feliz por ti. Tienes un trabajo
que adoras, una novia hermosa, y un grupo que te encanta. Así que no es para
estar tristes. Mejor, pienso en las veces que me llevaste al Kiosko, a comprar
cigarros detallados, y, aunque no fumabas, tu sacrificio al tragarte todo el
humo que te echaba encima, siendo tan deportista, me recuerda que hay lazos que
ni el tiempo, ni el olvido, ni la distancia, pueden romper.
Porque así como muchas veces, no sabemos nada
de nada, y menos que menos, de los misteriosos caminos que nos depara la vida,
así también es como…
El Mar No Cesa.
NOTA: En Venezuela, no hay estancos. Hay unas
pequeñas casetas de latón, donde se pueden comprar: la prensa, chucherías, revistas (y cosas aún más raras, como
aguja, e hilo, o los tickets del metro) y también cigarrillos. Gracias a la
eterna crisis, existe la compra de cigarrillos “detallados”, que quiere decir,
por unidad. Compras lo que puedes, según el dinero que tengas.
Algo, que, pensé muchas veces en España
deberían ir implementando…